Es un año de Mundial. Es decir, que los futbolistas, que se entiende que deberían dar el máximo en cualquier circunstancia, dan aún más, para tratar de llamar la atención de sus respectivos seleccionadores. Y no tienen inconveniente, en el caso no estar jugando mucho, en cambiar de aires, incluso a un equipo de menor potencial. La cuestión es tener minutos, como sea. No es éste, concretamente, el caso de Guilherme Arana, aunque el brasileño pensó que brillar en una de las grandes ligas de Europa le facilitaría un viaje con destino a Rusia para el próximo verano.
