La resaca de la Junta de Accionistas del Sevilla se va a prolongar en el tiempo más que una producida por una de las cansinas cenas navideñas a los que ya comenzamos a peinar canas. Dolor de cabeza, boca seca y una sensación de irrealidad a cada torpe paso que se da para comenzar el día. Pero es que hoy, 11 de diciembre, no es un día más para todo aquel que sienta el Sevilla como propio. Lo vivido en la tarde-noche de ayer para la familia sevillista fue simplemente bochornoso. Un cutre teatrillo, preparado sin tacto, por la espalda y tomando al personal por ingenuo (por decirlo de forma suave y educada). Una vez califiqué así al presidente del Sevilla y se enfadó bastante con este periodista. Él ha pensado que el sevillismo de base no se estaba enterando de la película, colando a un inversor extraño (o intermediario de la venta) dentro del Consejo y pensando que nadie iba a protestar. Eso sí que es ingenuidad.
