Fracaso sin paliativos, ni más ni menos

Fracaso es una palabra de la que huyen los gestores del fútbol profesional. Es casi un tabú que intenta solaparse con otros conceptos como accidente, traspié, decepción,… Pero lo que ha protagonizado en Anduva el Sevilla no puede tener otro calificativo. La meta fijada por el club era llegar lo más lejos posible en las tres competiciones. Y caer ante un equipo de Segunda División, pudiendo ser goleado y dando una imagen que no responde a la de un presupuesto de 215 millones de euros sólo debe ser calificado con ese sustantivo e incluso añadirle algún adjetivo. Lo acaecido en Miranda de Ebro es un fracaso rotundo, sin paliativos. El Sevilla ha permitido que en el bombo de los cuartos de final de la Copa del Rey esté el único equipo que no es de Primera División. En realidad, en la fría noche burgalesa hubo fases en las que pareció que el equipo de superior categoría era el Mirandés de Iraola.

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