El descalabro recordó al de Juande Ramos con el Cádiz o al de Unai Emery con el Racing, técnicos que después supieron darle la vuelta a la tortilla para llevar gloria a Nervión y llenar las vitrinas de plata. Los precedentes, no tan lejanos, invitan a asumir tal aprendizaje para retomar el vuelo. El primer paso lo dieron ayer los máximos responsables de la institución sevillista. Tanto Monchi como el presidente, José Castro, no pusieron paños calientes a la sonrojante eliminación ante el Mirandés (3-1). Ambos fueron francos. Duros. Lo consecuente para una entidad que quiere seguir creciendo sin pausa, en cuyos planes no caben derrotas de esta índole y con una inversión récord en fichajes de 140 millones el pasado verano, aderezada al límite con nuevos esfuerzos en enero para incorporar a En-Nesyri y Suso.
