Falta de actitud, falta de ideas y nefasta lectura del entrenador

Cuando más necesitaba la afición del Sevilla un triunfo que sirviera de bálsamo para curar la herida del Camp Nou, el equipo y su entrenador le regaló el peor partido de la temporada. Por actitud, por flacidez, por ausencia de ideas o ímpetu, por falta de fuerza o de fe… y por una preocupante inacción de su entrenador. Pablo Machín no sólo no supo insuflarles a sus jugadores un mínimo de espíritu o hambre para ir a devorar a una presa herida y temerosa, sino que realizó una horrible lectura del encuentro. Los cambios en la segunda parte, Amadou por Franco Vázquez y Escudero por Sarabia, fueron sintomáticos de esa pésima interpretación de un partido y de un rival más que apetitosos. Pero el mensaje, en lugar de un buen meneo a su equipo y al rival redundó en la inacción, como un niño que se niega a comer su plato favorito no se sabe por qué.

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