Carta abierta de José Castro a Roberto Alés: Te sigo echando de menos, Roberto

No había una hora estimada. Podía ser la primera llamada del día, podría ser la que interrumpiera una reunión –porque a él siempre había que cogérselo–, podría ser la que recibiera nada más sentarme en el despacho… El cuándo era lo de menos, porque la llamada siempre llegaba.

Pero desde hace 32 días no llega. Y la echo de menos. Todavía hoy miro el teléfono esperando ver el 4003 en la pantalla, ese número corporativo del club que tanto bien me ha hecho durante mi presidencia. Contar todas las mañanas con su mensaje de aliento, con sus sabias palabras de ánimo y de confianza, estuviera como estuviera, en sus días buenos y malos… Eso es algo que no se puede explicar, algo, como se suele decir, que no tiene precio. Algo, en definitiva, que me hizo sentir especial e inmensamente afortunado.

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