Banega-Mudo-Sarabia, un trío muy hogareño

Lo que en Valencia, en el mediodía de aquel 23 de septiembre del pasado año, fue un golpe de ingenio, una brillantísima ocurrencia de Pablo Machín que pilló con el pie cambiado a todo el mundo –el primero Paco López, entrenador del Levante– es hoy un chiste repetitivo que ha perdido toda su gracia. Una medida circunstancial que fue pura efervescencia bajo el factor sorpresa, pero que pronto perdió gas a medida que los entrenadores rivales le han tomado la medida al invento. Sí, ese triángulo Banega-Franco Vázquez-Sarabia para el centro del campo no funciona fuera de casa. Machín sigue erre que erre, empeñado en que la flauta vuelva a sonar en el siguiente viaje. Pero no. Hasta un equipo moribundo como el Celta actual lo aprovechó.

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