Adiós al comediante por Félix Machuca

Hubo un momento en la temporada en la que vivimos el vértigo de viajar en una montaña rusa sin cinturones de seguridad. Un momento en el que todo lo que podía pasarnos era funesto y los ángeles de la guarda del amateurismo daban la sensación de que habían ido a la huelga. Estábamos caminando absolutamente solos. Tanto en lo deportivo como en lo institucional. Y las vibraciones que emanaban de la corteza emocional del cerebro sevillista eran tan inquietantes que muchos temimos que las estructuras del club, las famosas estructuras del club, cederían para hacerse escombros contra el suelo como si fueran las torres gemelas.

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